¡MUCHAS GRACIAS JULIA! ME HACE MUCHA ILUSIÓN QUE ALUMN@S DE 1º ESO COLABOREN!!!!!
El centro de la Vía Láctea
vivió un cataclismo hace dos millones de años.
Un
cataclismo cósmico se produjo recientemente en el centro de la Vía Láctea, en
las cercanías del agujero negro que parece ocuparlo. Los astrofísicos comparan
el supuesto agujero negro supermasivo actual con un volcán dormido cuya última
erupción tuvo lugar hace solo dos millones de años (la Tierra se formó hace
unos 4.500 millones de años) y no descartan que se produzcan fenómenos
similares en el futuro.
La huella
de este cataclismo estaría, según astrofísicos australianos, en la Corriente de
Magallanes, una nube de gas en forma de gigantesco filamento, que no contiene
estrellas y que sigue a las dos Nubes de Magallanes, las galaxias enanas
compañeras de la Vía Láctea. Ya se sospechaba antes que se había producido la
explosión, pero no se había llegado a datar.
“Desde
hace 20 años hemos observado este resplandor extraño procedente de la Corriente
de Magallanes”, explica Joss Bland-Hawthorn, de la Universidad de Sydney
(Australia). “No comprendíamos su causa y de repente nos dimos cuenta de que
debía de ser la marca, la huella fósil, de una gran emisión de energía
procedente del centro de nuestra galaxia”. Bland Hawthorn presentó ayer en el congreso Zoo Galáctico en la
ciudad australiana el
estudio que ha dirigido, que se publicará en la revista Astrophysical
Journal.
“Sospechábamos
desde hace tiempo que el centro galáctico habría explotado de vez en cuando y
estos nuevos datos son muy convincentes”, afirma por su parte Martin Rees,
Astrónomo Real en el Reino Unido, y de los primeros que sugirieron que los
agujeros negros son la fuente de la energía detectada procedente de cuásares y
centros de galaxias.
El
monstruo central de la Vía Láctea, inobservable directamente, es la explicación
más lógica que dan los astrofísicos a lo que observan en el centro galáctico
desde la Tierra, a 26.000 años luz. Tras años de estudio de la zona, su masa se
calcula en cuatro millones de veces la del Sol, comprimida en una esfera muy
pequeña para lo que son las distancias cósmicas, y la radiación que emana de
sus alrededores se detecta en muchas de las frecuencias, incluido el
infrarrojo, los rayos X y la radiofrecuencia. Cuando una nube de gas es
engullida por el disco de materia que rodea el agujero negro se observan picos
de radiación. La acumulación de datos sobre los diversos tipos de radiación y
la forma que tienen ha llevado a los científicos a deducir que hubo un
cataclismo.
Sobre esta
hipótesis se ha hecho el estudio de la luz que emite la Corriente de
Magallanes, de forma similar a cuando las partículas procedentes del Sol chocan
con la atmósfera terrestre y dan lugar a las auroras. En este caso la luz
ultravioleta rompe los átomos de hidrógeno en protones y electrones que, al
recombinarse, emiten en una frecuencia determinada. La zona más brillante de la
corriente es la región más cercana al centro galáctico y los cálculos
geométricos y de cómo la energía habría llegado a la Corriente de Magallanes y
cómo esta se habría enfriado con el tiempo dan lugar a que los científicos
crean que el resplandor es la huella de esa explosión inimaginable.
La
pregunta obvia es si se puede repetir algo así. “Hay muchas estrellas y nubes
gaseosas que pueden caer en el disco de materia alrededor del agujero negro”,
recuerda Bland-Hawthorn. “Creemos que una nube llamada G2 resultará atrapada el
año que viene. Es pequeña, pero esperamos ver los fuegos artificiales”. Sin
embargo, se calcula que hace dos millones de años, cuando tuvo lugar el
supuesto cataclismo, el agujero negro era 100 millones de veces más potente que
ahora.
En otra
escala de tiempo, el telescopio espacial Hubble ha estudiado la citada Corriente de
Magallanes, descubierta en los años setenta del siglo XX, para deducir su
origen. Las nuevas observaciones, presentadas el mes pasado, indican que la
mayor parte de este gigantesco filamento se desgajó hace 2.000 millones de años
de la Pequeña Nube de Magallanes y que solo una pequeña región se formó más
recientemente a partir de la Gran Nube de Magallanes.
Los datos
obtenidos con el espectrógrafo del Hubble se combinaron con observaciones
realizadas con los VLT de la organización astronómica europea ESO para medir la
abundancia de elementos pesados, como el oxígeno y el azufre, en seis lugares
diferentes de la Corriente de Magallanes. El resultado es inesperado, afirman
los autores del estudio, porque se suponía que toda la corriente procede de la
nube más pequeña, debido a que su tirón gravitatorio es más débil.
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